El día 14 fue nuestro último día en Chicago, puesto que al día siguiente bien prontito cogíamos el avión hacia Nueva York.
Fuimos en un coche de Uber hasta el Navy Pier, donde nos íbamos a montar en otro barco para hacer el Classic Lake Tour por el Lago Michigan.
Nos montamos en el barco y el tiempo empezó a estropearse. La excursión fue un poco decepcionante porque dura muy poco comparada con la del día anterior y porque el barco no se adentra mucho en el lago… Lo justo para que puedas fotografiar el skyline de la ciudad.
Volvimos a comer en el Restaurante Bandera, como el primer día. Y por la tarde creo recordar que no pudimos salir a la calle porque llovió 😦
El día 15 tuvimos que madrugar muchísimo, pues a las 6 de la mañana venían a recogernos para llevarnos al aeropuerto para ir a Nueva York.
Y si la llegada a Chicago fue movida, la llegada a Nueva York también. Desde luego lo nuestro no fueron los aeropuertos en este viaje…
Aterrizamos y mi padre encendió el teléfono. Y justo cuando acababa de encenderlo empieza a sonar. Era el chófer del transfer diciendo que ya estaba allí, a lo que mi padre le contesta que todavía estábamos dentro del avión.
Esta vez la persona que viene a ayudarnos con mi silla de ruedas es una mujer, que afortunadamente hablaba español. Nos lleva a recoger las maletas y ahí vemos que había personas con carteles con nombres y ninguno era el nuestro. Nos extrañamos porque el chófer había llamado diciendo que estaba allí.
Pensamos que estaría esperándonos en la calle y nos dice la chica de la ayuda que eso era imposible porque esa terminal estaba en obras y que no se permitía el acceso de vehículos privados.
Decidimos llamar al chófer a ver dónde estaba, pero resulta que nos había llamado desde número oculto y era imposible. Llamamos a la empresa de los tránsfer y nos empiezan a hablar en inglés y no entendíamos nada. La de la ayuda muy amable se pone al teléfono para ayudarnos y les pide que se ponga alguien que hable en español para que nosotros pudiésemos hablar.
Después de 20 minutos conseguimos que nos llame alguien de la empresa que hablaba español. Le contamos que habíamos llegado pero que no sabíamos dónde estaba el chófer. Nos dice que va a hablar con él y que nos vuelve a llamar en 10 minutos. Cuando nos vuelve a llamar nos dice que como la terminal está en obras en chófer está en otra terminal y que para llegar allí teníamos que coger un autobús. Mi padre cabreado al máximo le dice que cómo no nos habían avisado de eso antes, a lo que ella responde que miremos bien los papeles de la reserva porque ahí lo ponía. Y miramos los papeles y efectivamente, lo ponía… 😳
Salimos a la calle y vemos el autobús de la línea verde en el que supuestamente teníamos que montarnos para ir a la Terminal A. Antes de montarnos le pregunto al conductor si ese autobús iba a esa terminal y me dice que no, que va la línea púrpura. Vamos al autobús púrpura y le pregunto también que si iba a la Terminal A y me dice que no, que va la línea azul. Encontramos el autobús de la línea azul y le pregunto a la conductora que si va a la Terminal A y me dice que sí. Nos montamos con un rebote del quince, porque la chica de la empresa del transfer nos había vuelto a llamar varias veces preguntando dónde estábamos…
Llegamos a la Terminal A y nos bajamos. Pero la chica del transfer nos había dicho que teníamos que ir al Área H de la Terminal A, así que preguntamos a unos policías dónde estaba el Área H. Se miran entre ellos y nos dicen que allí no había ningún Área H. Se acerca un señor uniformado del aeropuerto, le preguntamos y también nos dice que no conoce ningún Área H. Os podéis imaginar ya nuestro cabreo y nerviosismo, no sabíamos dónde estábamos, no sabíamos dónde estaba el chófer…
Nos vuelve a llamar la de la empresa del transfer y nos pregunta si hemos llegado ya. Le decimos que nos han hecho bajarnos del bus supuestamente en la Terminal A y que allí nos dicen que no hay ningún Área H. Nos vio tan histéricos que dijo que nos tranquilizásemos, que le explicásemos lo que veíamos a nuestro alrededor y que ella se lo contaría al chófer para ver si él sabía dónde estábamos y que viniese a buscarnos.
A los 10 minutos nos vuelve a llamar y nos pregunta que si había llegado ya el chófer, le decimos que no. Y nos dice que va a volver a llamarle y luego volverá a llamarnos a nosotros.
Al poco aparece POR FIN el chófer y se baja haciendo gestos de disculpa con las manos. Y cuando ya estábamos dentro del coche nos volvió a llamar la chica del transfer a ver si ya se había solucionado la cosa. Me la imaginé dando botes de alegría cuando le dijimos que ya nos habíamos encontrado. Madre mía qué follones…
Llegamos al hotel pasadas las 15 h. Igual que en el hotel de Chicago, encontramos una super oferta para el hotel que queríamos en Nueva York: Ameritania at Times Square. ¿Por qué queríamos este hotel? Porque ya habíamos estado allí en nuestros dos primeros viajes a la ciudad y nos gustó el hotel y más aún la zona en la que está.
Dejamos las maletas en las habitaciones y nos fuimos a comer corriendo a un restaurante que hay al lado y que ya conocíamos de los anteriores viajes que se llama Serafina.
Luego subimos a la habitación a deshacer las maletas y descansar un poco para por la tarde ir de compras…
Fuimos al Century 21 de Lincoln Square, donde volvimos a comprar como si no hubiera un mañana. Y desde ahí nos fuimos a la Apple Store del Upper West Side, a comprar mi regalo de cumpleaños, un iPhone 7 que allí es más barato que en España…
Y terminamos el día buscando un supermercado para comprar algo para cenar en el hotel, igual que habíamos estado haciendo en Chicago.