Si cuando volví de vacaciones os contaba que había recargado pilas y estaba súper optimista, otra vez he recibido un zasca que me ha dejado noqueada… Y sí, otra vez tiene que ver con temas de salud, que parece que me haya mirado un tuerto, y nunca mejor dicho…
Me parece que no os había contado que en la última revisión anual que tuve en abril en el oftalmólogo me dijeron que tenía la tensión ocular del ojo izquierdo un poco alta. Como nunca me había pasado el médico no le dio mucha importancia, me mandó unas gotas y me dijo que volviese en junio, antes de que me fuese de vacaciones.
En junio la tensión había bajado, pero aún así seguía un poco alta para lo que se consideran valores normales, así que me dijo que durante las vacaciones siguiese echándome esas gotas y que volviese en septiembre.
Y cuando volví en septiembre después de llevar con las dichosas gotas desde abril, resulta que la tensión me había subido bastante. Ahí empecé a mosquearme bastante viendo la cara de preocupación del oftalmólogo. Me cambió las gotas por otras que decía que eran más fuertes y me dijo que volviese el 2 de octubre.
Y el 2 de octubre fue cuando todo empezó a irse de madre… Las gotas supuestamente más fuertes no me habían hecho nada y la tensión estaba mucho más alta.
Se considera tensión alta si está por encima de 20, pues yo tenía 38. El hombre estaba súper preocupado porque decía que en cualquier momento podía tener un glaucoma. Me hicieron mil pruebas y vieron que aparentemente mi ojo estaba perfecto, no entendían por qué la tensión estaba tan alta.
El médico no dejaba de mirarme un ojo y otro y compararlos, en busca de algún motivo por el que el izquierdo tuviera la tensión fatal y el derecho estuviera bien. Al final, después de tanto mirarme los ojos se dio cuenta de que en el ojo izquierdo tengo la cámara en la que está el humor acuoso muy estrecha, con lo cual el líquido apenas cabe, hace presión en el cristalino y esa presión hace que suba la tensión ocular.
Me dijo que la solución más rápida y eficaz para liberar líquido y que no hiciese tanta presión era hacerme unas incisiones en el iris. Y que él pensaba que lo mejor era hacérmelo en ese mismo momento.
Os podéis imaginar que casi me caigo de culo cuando escuché lo de «incisiones». Me entró terror imaginándome una aguja atravesándome el ojo. Debí de poner tal cara de miedo que el pobre se apresuró a aclararme que las incisiones se hacían con láser, nada de agujas, y que aunque era una sensación un poco molesta no dolía.
Aunque estaba acojonada no tuve dudas en acceder a que me hiciera la iridotomía, que así se llama. Cualquier cosas mejor que un glaucoma y poder perder la visión.
Me echaron unas gotas anestésicas para cerrar la pupila y esperaron casi media hora a que hicieran efecto. Después pasé a la máquina, me volvió a repetir que no iba a sentir dolor, que podría notar como un chasquido…
Y la verdad es que fue así, nada de dolor. Al final me hizo cuatro agujeros en el iris y solamente sentí un chasquido y no lo noté en el ojo sino en la frente, por encima de la ceja.
Esperamos otra media hora después para ver los resultados. Volvió a mirarme y me dijo que había ido muy bien, que la iridotomía no había producido ninguna hemorragia dentro del ojo, que se había liberado mucho líquido y que la tensión había bajado de 38 a 25.
Me dijo que volviese al día siguiente para ver si la tensión había seguido bajando, como él esperaba.
Pero al día siguiente la tensión había vuelto a 38. No se lo podía creer. Hizo venir a su jefe para que me mirase el ojo, a ver si él encontraba alguna otra explicación.
El jefe dijo que me hicieran una ecografía de alta resolución del ojo para ver si dentro de mi ojo había algo que no podían ver a simple vista.
La ecografía fue un poco más molesta que la iridotomía. También me echaron gotas anestésicas, pero te ponen una copa incrustada en el ojo que llenan de líquido y a través de ese líquido pasan el ecógrafo.
La conclusión de la eco fue: todo está bien en el ojo. El único problema que ven es lo de la cámara estrecha y deciden hacerme otra vez más agujeros en el iris para que el humor acuoso no pueda acumularse y presionar el cristalino.
Como me lo habían hecho el día anterior ya no pasé miedo en la repetición de la iridotomía. Media hora después de hacérmelo, vuelven a medir la tensión y no había bajado nada, seguía en 38.
Deciden que empiece a tomar unas pastillas que bajan la tensión ocular rápidamente porque les da miedo que siga con esos niveles, me cambian de gotas y me dicen que vuelva otra vez al día siguiente porque va a verme el especialista en glaucoma.
Al día siguiente me mira el especialista y me dice que la tensión ha bajado a 23, cosa lógica con la medicación y me dice que la única solución que ve él es operarme, que si conseguimos mantener la tensión más o menos bien una temporada la operación no tiene que ser inminente pero que me haga a la idea de que a medio plazo habrá que hacerla. Que sería una operación similar a la de cataratas, que me tendrían que extraer el cristalino y cambiarlo por una lente. También me dijo que se hace por láser y que no duele…
Me dijo que volviese en 3 días. Cuando volví la tensión ya había bajado a 18. Y otra vez me hizo volver a los 3 días. El último día había bajado a 10, todos respiramos aliviados…
Me quitó las pastillas, porque dice que no se pueden mantener durante mucho tiempo, pero me mandó unas gotas específicas para glaucoma, aunque dice que todavía no se puede decir que tenga glaucoma, pero estoy en el paso previo.
En fin, que me dijo que volviese en dos semanas. Volvió a hablarme de la operación. Dijo que si volvía a tener picos de subida de tensión habría que operar rápidamente, para no arriesgarnos a que se pueda dañar el nervio óptico ni la mácula.
Y esto es todo, que si sube la tensión me operan y si consiguen estabilizarla una temporada también me operan. No me libro de ninguna manera… 😦
PD: Perdonadme por el rollo que os he soltado…