Por fin he podido encontrar tiempo para escribir el post del viaje que hice en junio a Chicago y a Nueva York. Como ya me conocéis un poquito sabéis que me resulta imposible no enrollarme hablando de viajes, así que lo mejor será que os cuente esas dos semanas en varios post. No sé cuántos saldrán al final, pero si sólo fuese uno sería kilométrico 😆
Empecemos por el principio…
El 8 de junio mis padres, una amiga y yo nos montamos en un avión rumbo a Chicago. Tuvimos la suerte de que no sea una ruta demasiado frecuente y el avión iba medio vacío, por lo que pudimos movernos cómodamente y tumbarnos donde quisiéramos durante las 9 horas y media que duró el vuelo.
Por cierto, si no lo cuento reviento… Pedí que el menú que me iban a dar en el avión fuese sin lactosa. En la comida me dieron pechuga de pollo a la plancha con verdura (puaj, odio la verdura), una ensalada (puaj, odio la verdura) y un cuenquito con 3 trocitos de fresas y 5 de melón… Me quedé con un hambre tremenda porque sólo comí un poco de pollo que estaba más reseco que todas las cosas y los trocitos de fruta. Sólo deseaba que llegase la hora de la merienda que te dan. Y cuando llega, casi me caigo de culo al ver que volvieron a darme lo mismo pero sin la fruta. Vamos, que no comí nada… En serio, ¿no había otra cosa en el mundo que no fuese más pollo tieso y más verdura? Hay mil cosas más que puede comer un intolerante a la lactosa. Muy mal Iberia…
La llegada al aeropuerto de Chicago fue un poco caótica. Ya os he contado que yo voy en silla de ruedas, así que al salir del avión me estaba esperando un chico para ayudarme y llevarme al control de inmigración y a recoger las maletas. Las cosas en Chicago son diferentes a lo que yo conocía en Nueva York, en el sentido de que en vez de pasar por un policía que te toma las huellas y te hace una foto, aquí pasas a unas máquinas que escanean tu pasaporte, tus huellas y te hacen la foto. El chico de la ayuda decidió que la primera sería yo, pero la máquina decidió que mis huellas no le gustaban y dio error unas diez veces. Entonces el chaval decidió que lo intentase mi madre. Todo genial. Luego lo hizo mi amiga. Todo perfecto. Y el chico me dijo que les dijese a mi madre y a mi amiga que se quedasen ahí y nos esperasen, mientras él nos llevaba a mi padre y a mí a pasar el control a otra parte.
Nos llevó hasta una zona donde sí había policías, pero también una cola bastante larga. En fin, que el chico le contó al policía que la máquina daba error al escanear mis huellas. El policía fue muy amable y me dejó pasar sin las huellas, y le hizo a mi padre todo el proceso sin problemas.
Total, que el chaval de la ayuda nos lleva a la recogida de maletas. Y cuando estamos ahí me pregunta que dónde esperamos a mi madre y a mi amiga, si ahí donde las maletas o en la calle. Yo alucinaba… Le digo que no le entiendo, porque él me había dicho que les dijera que nos esperasen donde estábamos antes de las máquinas y que ellas estarían allí. Pero como él no hablaba ni papa de español y mi inglés tampoco es maravilloso no nos terminábamos de entender. Yo estaba preocupada porque suponía que mi madre y mi amiga estarían asustadas al ver que había pasado tanto tiempo y no volvíamos. El chico seguía preguntándome qué hacíamos y yo intentando decirle que ellas estarían donde las máquinas, pero seguíamos sin entendernos. Hasta que de repente se le encendió la luz y me preguntó que si ellas estarían donde habíamos estado antes. Le dije que sí, que donde él me dijo que yo les dijese que esperasen. Entonces dice: «Voy a buscarlas, no os mováis de aquí». Al rato le veo que vuelve sin ellas y me dice que no las ha encontrado. Ahí empecé a asustarme mucho, en eso que aparece por ahí un chico del aeropuerto que hablaba español. Le contamos lo que pasaba y nos dice que no nos preocupemos, que le digamos sus nombres y que él va a buscarlas. Pero otras personas de nuestro vuelo, le empiezan a contar que sus maletas no han salido por la cinta y tal… En fin, que pasa media hora y el tío no ha ido a buscarlas. El chico de la ayuda ya estaba súper nervioso y me vuelve a preguntar que dónde están mi madre y mi amiga. Y yo intentando hacerle entender que deberían estar donde él me dijo que nos esperasen… Y de repente me dice: «Ah, ¿en el primer sitio donde estuvimos, donde las máquinas?». Y yo: «Sí». De verdad, qué cortito era… No sé entonces dónde fue a buscarlas cuando dijo que iba a buscarlas. Y me dice: «Voy otra vez a ver si las veo allí».
Y cuando ya se iba a ir veo a mi madre y a mi amiga venir corriendo de no sé dónde a la zona de los equipajes. ¡Diox, qué alivio!
Resulta que mi madre, al ver que tardábamos tantísimo en volver se preocupó tanto, que empezó a preguntar a todos los que veía con uniforme si hablaban español. Hasta que encontró una mujer policía que hablaba español que le dijo que al pasar al control ya no nos habrían dejado volver y seguramente estaríamos donde las maletas. Así que le indicó cómo llegar a recogida de equipajes…
Estuvimos así casi dos horas, menos mal que con las maletas no hubo ningún problema. Con la alegría del reencuentro el de la ayuda me pregunta que si venía alguien a buscarnos, momento en el que caigo en la cuenta de que teníamos un tránsfer contratado para que nos llevase al hotel pero que con lo que habíamos tardado seguro que el conductor se habría marchado. Otra vez de los nervios… Pero afortunadamente cuando salimos de allí vemos un hombre con un iPad en las manos con nuestro nombre escrito en la pantalla 🙂
Los traslados aeropuerto-hotel y viceversa los contraté por internet con la empresa Suntransfers porque me la recomendó mi prima, que desde hace tiempo la usa en todos sus viajes. Yo también os la recomiendo, si no me equivoco es una empresa española, tiene muy buenos precios y la verdad es que hemos quedado encantados con el servicio. Los coches eran impresionantes, enormes, nuevos y limpios, y los chóferes se portaron de lujo 🙂
Bueno, con el incidente del aeropuerto y el atascazo que encontramos en el camino llegamos tardísimo al hotel. Estábamos tan casados del viaje y teníamos tanta hambre que decidimos preguntar en recepción dónde había un supermercado para comprar algo de comer e irnos a dormir…
Nos costó encontrar el supermercado, aunque nos sirvió para conocer un poco los alrededores. Y aquí otra decepción. Si yo me quejaba de las pocas cosas sin lactosa que encuentro en España, allí sólo encontré una marca de leche y una de yogur. Compré leche porque supuse que en el desayuno del hotel no habría leche sin lactosa y el yogur para probarlo. ¡Qué cosa más mala! Menos mal que compramos también fruta porque sino me habría ido a la cama casi con el estómago vacío. Y menos mal también que viendo el percal me dio por entrar en una farmacia y comprar pastillas de lactasa para poder comer cosas con lactosa, porque tuve que estar usándolas para desayunar, comer y cenar… ¡En USA no hay opciones para los intolerantes!
¡Uy! Acabo de darme cuenta del tochazo que llevo escrito de anécdotas y tontadas y todavía no he empezado a hablaros realmente de Chicago… ¿Veis cómo no sé abreviar? 😆
Lo mejor será cortar aquí y seguir en próximos post 😉
Menuda aventura, y sin salir del aeropuerto casi! Me alegro que todo se solucionara – yo lo tengo claro y siempre me llevo comida extra en los aviones, porque me suele entrar hambre a las horas en las que aun no hay comida.
Esperando con ganas el resto de tus aventuras!
Besos!
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Yo normalmente me compraba cosas en el aeropuerto para comer en el avión, pero ahora con lo de la intolerancia a la lactosa no encontré nada apto… 😦
¡Besotes!
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¡Hola corazón!
Madre mía y yo me quejaba de que cuando llegamos a Italia parecía que nos iban a secuestrar cuando fuimos a parar a los taxis ilegales…. jajaa lo tuyo si que es una aventura de verdad, estoy enganchadísima a esta historia y quiero la segunda parte pronto jejejeje
Muy mal po Iberia no llevar varios alimentos para intolerantes porque deberían de caer en eso de verdad, que hambre deviste pasar, yo que para el hambre soy muy mala en cuanto me da hambre como algo, no se que hubiese hecho en tu lugar….
Un besote corazón.
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A mí cuando tengo mucha hambre me empieza a doler la cabeza, así que imagina… Pero bueno, ya pasó jejeje
Espero no tardar demasiado en terminar la segunda parte 😉
¡Besotes!
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Madre mía! Más que una aventura parece una historia de terror.
Qué desconsiderados los de Iberia. Pon una reclamación si puedes porque no es normal… y menos en un vuelo tan largo donde tienes que comer si o si. O que informen antes, yo que sé… Lo del aeropuerto es la gota que colma el vaso. Puedo imaginar la angustia porque estás en otro país, no entiendes el idioma al 100% y coñe, que todos sabemos que pueden pasar cosas así. Se ha visto de todo. Por suerte estáis todos bien ^^
Espero que en Chicago llegue lo bueno 🙂
Besotessss!
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Nos pasaron cosas en los tres aeropuertos americanos que pisamos, ya lo contaré… jajaja
Ya tengo claro que para la próxima vez no pido menú especial sin lactosa, lo pido normal y me apaño con mis pastillas de lactasa para poder comer cualquier cosa.
Y la verdad es que con lo de perder a mi madre y mi amiga lo pasé mal, pero afortunadamente quedó en anécdota 🙂
¡Besotes!
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Madre mía, ¡pero qué follón! Al menos no podrás decir que no conoces el aeropuerto de Chicago… porque pasaste ahí mucho rato jajaja
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¡Y que lo digas! jejeje 😉
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Wow ¡vaya aventura! Todo lo que me he perdido de leer este verano. Ahora me pongo con toda la historia.
Besos
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Hubo un poquito de todo, pero para recordar al final con una sonrisa en la cara 🙂
¡Besotes!
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